Lección 89 UCDM
Éstas son las ideas que vamos a repasar hoy:
Tengo Derecho a los Milagros
Tengo derecho a los milagros porque no me gobiernan otras leyes que las de Dios. Sus Leyes me liberan de todos mis resentimientos y los reemplazan con milagros. Aceptaré los milagros en lugar de los resentimientos, los cuales no son sino ilusiones que ocultan los milagros que se encuentran tras ellos. Ahora aceptaré solamente aquello a lo que las Leyes de Dios me dan derecho, de manera que pueda usarlo en beneficio de la función que Él me ha dado.
Prácticas para Manifestar Milagros
Puedes usar las siguientes sugerencias para las aplicaciones concretas de esta idea:
- Detrás de esto hay un milagro al que tengo derecho.
- No voy a abrigar ningún resentimiento contra ti, [nombre], sino que te voy a ofrecer el milagro al que tienes derecho.
- Visto correctamente, esto me ofrece un milagro.
¡Que los milagros reemplacen todos mis resentimientos!
Mediante esta idea uno mi voluntad a la del Espíritu Santo y percibo las dos cual una sola. Mediante esta idea acepto mi liberación del infierno. Mediante esta idea expreso que estoy dispuesto a que todas mis ilusiones sean reemplazadas por la verdad de acuerdo con el plan de Dios para mi salvación. No haré excepciones ni substituciones. Lo que quiero es todo el Cielo y sólo el Cielo, tal como la Voluntad de Dios ha dispuesto que lo tenga.
Variaciones para Aplicar la Transformación
Las variaciones que pueden resultar útiles a la hora de aplicar concretamente la idea son:
- No quiero mantener este resentimiento separado de mi salvación.
- [Nombre], dejemos que los milagros reemplacen todos nuestros resentimientos.
- Detrás de esto se encuentra el milagro que reemplaza todos mis resentimientos.
Reflexiones sobre la Lección 89 de Un Curso de Milagros: Abrazando Milagros en Lugar de Resentimientos
Descubriendo Nuestro Derecho Innato a los Milagros
La Lección 89 de Un Curso de Milagros nos ofrece una visión profundamente liberadora: cada uno de nosotros tiene un derecho inherente a los milagros, una verdad que se desvela cuando nos alineamos con las leyes divinas en lugar de con las limitaciones impuestas por nuestros miedos y resentimientos. «Tengo derecho a los milagros» no es solo una declaración de fe, sino un reconocimiento de nuestra verdadera naturaleza espiritual, que trasciende cualquier percepción de victimización o vulnerabilidad. Esta lección nos invita a abrir nuestros corazones y mentes a la posibilidad de que, más allá de nuestros desafíos terrenales, hay una realidad gobernada por el amor y la gracia divinos que nos libera y nos empodera.
Practicando la Visión Milagrosa en el Día a Día
A través de sugerencias prácticas, se nos anima a aplicar esta comprensión en nuestras vidas cotidianas, buscando y reconociendo los milagros incluso en situaciones que, a primera vista, parecen estar llenas de conflictos o dificultades. Al hacerlo, cambiamos conscientemente nuestra percepción de los acontecimientos y de las personas, eligiendo ver más allá de las ilusiones de separación y resentimiento, hacia la luz de la verdad que siempre está presente. Este cambio de percepción no solo nos beneficia individualmente, sino que también tiene el potencial de transformar nuestras relaciones, ofreciendo milagros en lugar de juicios, y amor en lugar de miedo.
Renunciando a los Resentimientos por una Vida de Milagros
«¡Que los milagros reemplacen todos mis resentimientos!» es una poderosa afirmación de nuestra voluntad de unirnos al Espíritu Santo en la búsqueda de una percepción más elevada y liberadora. Al elegir liberarnos de los grilletes del resentimiento, nos abrimos a una experiencia de vida más auténtica y gozosa, una vida donde cada momento es una oportunidad para testimoniar y experimentar la magia del amor divino. Esta elección consciente de reemplazar los resentimientos por milagros nos acerca más al Cielo en la tierra, a la experiencia de paz y felicidad que es nuestro derecho de nacimiento.
Conclusión: Un Camino hacia la Salvación Personal y Colectiva
La Lección 89 de Un Curso de Milagros nos enseña que, en el corazón de nuestras experiencias humanas, hay una elección constante entre la percepción basada en el miedo y la visión basada en el amor. Al elegir el camino de los milagros, elegimos unir nuestra voluntad con la de Dios, abrazando un plan de salvación que nos libera de la ilusión y nos acerca a nuestra verdadera esencia. Este camino no solo nos transforma internamente, sino que también nos convierte en faros de luz y amor en el mundo, extendiendo milagros que reemplazan los resentimientos y abriendo puertas a nuevas posibilidades de sanación y unidad para todos.
