Lección 78 UCDM
¡Que los milagros reemplacen todos mis resentimientos!
Elección entre Resentimientos y Milagros
Tal vez aún no esté completamente claro para ti el hecho de que en cada decisión que tomas estás eligiendo entre un resentimiento y un milagro. Cada resentimiento se alza cual tenebroso escudo de odio ante el milagro que pretende ocultar. Y al alzarlo ante tus ojos no puedes ver el milagro que se encuentra tras él. Éste, no obstante, sigue allí aguardándote en la luz, pero en lugar de él contemplas tus resentimientos.
Más Allá de los Resentimientos
Hoy vamos a ir más allá de los resentimientos para contemplar el milagro en lugar de ellos. Invertiremos tu manera de ver al no dejar que tu mirada se detenga antes de que veas. No esperaremos frente al escudo de odio, sino que lo dejaremos caer y, suavemente, alzaremos los ojos en silencio para contemplar al Hijo de Dios.
El Encuentro con la Luz
Él te espera tras todos tus resentimientos, y a medida que dejas éstos a un lado, él aparecerá radiante de luz en el lugar que antes ocupaba cada uno de ellos. Pues cada resentimiento constituye un obstáculo a la visión, mas según se elimina, puedes ver al Hijo de Dios allí donde siempre ha estado. Él se encuentra en la luz, pero tú estabas en las tinieblas. Cada resentimiento hacía que las tinieblas fuesen aún más tenebrosas, lo cual te impedía ver.
Visión sin Resentimientos
Hoy intentaremos ver al Hijo de Dios. No nos haremos los ciegos para no verlo; no vamos a contemplar nuestros resentimientos. Así es como se invierte la manera de ver del mundo, al nosotros dirigir nuestra mirada hacia la verdad y apartarla del miedo. Seleccionaremos a alguien que haya sido objeto de tus resentimientos y, dejando éstos a un lado, lo contemplaremos. Quizá es alguien a quien temes o incluso odias; o alguien a quien crees amar, pero que te hizo enfadar; alguien a quien llamas amigo, pero que en ocasiones te resulta pesado o difícil de complacer; alguien exigente, irritante o que no se ajusta al ideal que debería aceptar como suyo, de acuerdo con el papel que le asignaste.
Reconocimiento del Hijo de Dios en Todos
Ya sabes de quien se trata: su nombre ya ha cruzado tu mente. En él es en quien pedimos que se te muestre el Hijo de Dios. Al contemplarlo sin los resentimientos que has abrigado en su contra, descubrirás que lo que permanecía oculto cuando no lo veías se encuentra en todo el mundo y se puede ver. El que era un enemigo es más que un amigo cuando está en libertad de asumir el santo papel que el Espíritu Santo le ha asignado. Deja que él sea hoy tu salvador. Tal es su función en el plan de Dios, tu Padre.
Preparación para Ver la Luz
En nuestras sesiones de práctica más largas de hoy lo veremos asumiendo ese papel. Pero primero intenta mantener su imagen en tu mente tal como lo ves ahora. Pasa revista a sus faltas, a las dificultades que has tenido con él, al dolor que te ha causado, a sus descuidos y a todos los disgustos grandes y pequeños que te ha ocasionado. Contempla las imperfecciones de su cuerpo así como sus rasgos más atractivos, y piensa en sus errores e incluso en sus “pecados”.
Invocación para la Visión Verdadera
Pidámosle entonces a Aquel que conoce la realidad y la verdad de este Hijo de Dios, que podamos contemplarlo de otra manera y ver a nuestro salvador resplandeciendo en la luz del verdadero perdón que se nos ha concedido. En el santo Nombre de Dios y en el de Su Hijo, que es tan santo como Él, le pedimos: Quiero contemplar a mi salvador en éste a quien Tú has designado como aquel al que debo pedir que me guíe hasta la santa luz en la que él se encuentra, de modo que pueda unirme a él. Los ojos del cuerpo están cerrados, y mientras piensas en aquel que te agravió, deja que a tu mente se le muestre la luz que brilla en él más allá de tus resentimientos.
La Garantía de la Visión Transformada
Lo que has pedido no se te puede negar. Tu salvador ha estado esperando esto hace mucho tiempo. Él quiere ser libre y hacer que su libertad sea también la tuya. El Espíritu Santo se extiende desde él hasta ti, y no ve separación alguna en el Hijo de Dios. Y lo que ves a través de Él os liberará a ambos. Mantente muy quedo ahora y contempla a tu radiante salvador. Ningún sombrío resentimiento nubla la visión que tienes de él. Le has permitido al Espíritu Santo expresar a través de ese hermano el papel que Dios le asignó a Él para que tú te pudieras salvar.
Gratitud y Celebración del Milagro de Amor
Dios te da las gracias por estos momentos de sosiego en que dejas a un lado tus imágenes para ver en su lugar el milagro de amor que el Espíritu Santo te muestra. Tanto el mundo como el Cielo te dan las gracias, pues ni uno solo de los Pensamientos de Dios puede por menos que regocijarse por tu salvación y por la del mundo entero junto contigo.
Compromiso con el Plan de Salvación
Recordaremos esto a lo largo del día, y asumiremos el papel que se nos ha asignado como parte del plan de Dios para la salvación y no del nuestro. La tentación desaparece cuando permitimos que todo aquel que se cruza en nuestro camino sea nuestro salvador, rehusándonos a ocultar su luz tras la pantalla de nuestros resentimientos. Permite que todo aquel con quien te encuentres, o en quien pienses o recuerdes del pasado, asuma el papel de salvador, de manera que lo puedas compartir con él. Por ti y por él, así como por todos los que no ven, rogamos: ¡Que los milagros reemplacen todos mis resentimientos!
Reflexiones sobre la Lección 78 de Un Curso de Milagros: El Camino hacia la Redención
Entre la Sombra y la Luz
La Lección 78 de Un Curso de Milagros nos invita a reflexionar sobre la elección constante entre albergar resentimientos o abrirnos a los milagros. Cada resentimiento que mantenemos es como un muro oscuro que nos bloquea la visión de la luz y el milagro que yace detrás. Este mensaje subraya una verdad fundamental: detrás de cada momento de dolor o discordia, hay una oportunidad para la transformación y la revelación de algo maravillosamente puro y sanador.
Trascender los Resentimientos
La lección nos guía más allá de nuestros resentimientos, instándonos a dejar caer los escudos de odio para revelar la presencia luminosa del Hijo de Dios. Este proceso de ir más allá de los agravios para ver la luz es un acto de verdadera visión, una inversión de cómo el mundo nos enseña a ver. Se nos anima a contemplar, incluso a aquellos que hemos considerado adversarios, como portadores de salvación, reconociendo en ellos el reflejo del amor divino.
Reconocimiento de la Divinidad Compartida
Al despejar nuestros corazones de resentimientos, descubrimos que el Hijo de Dios nos espera, resplandeciente, en el lugar de cada agravio que liberamos. Esta sección nos recuerda que cada resentimiento es un velo que oscurece nuestra visión, pero al eliminarlos, nos alineamos más estrechamente con nuestra verdadera esencia y la de aquellos a nuestro alrededor. La luz, entonces, no solo revela al Hijo de Dios sino que también nos devuelve a nuestra auténtica identidad, unida en la luz y el amor.
La Práctica de la Visión Verdadera
La lección nos invita a una práctica deliberada de ver más allá de las faltas percibidas en los demás, buscando en su lugar la inocencia y la santidad que el Espíritu Santo revela. Este ejercicio no solo transforma nuestra percepción de los demás sino que también facilita nuestro propio despertar espiritual, permitiéndonos reconocer y aceptar nuestra función salvadora dentro del plan divino.
Un Llamado a la Unidad en la Salvación
Finalmente, la lección 78 nos llama a recordar y vivir según nuestro papel en el plan de salvación de Dios, no el nuestro. Nos enseña a ver a cada persona como un salvador potencial, una oportunidad para experimentar los milagros que reemplazan nuestros resentimientos. Esta perspectiva no solo nos libera de las cadenas del pasado sino que también nos une en un propósito compartido de sanación y redención.
Conclusión: Milagros en Lugar de Resentimientos
En esencia, la Lección 78 de Un Curso de Milagros nos ofrece un camino claro hacia la liberación espiritual, instruyéndonos a elegir los milagros sobre los resentimientos. Al hacerlo, no solo transformamos nuestra experiencia individual sino que también contribuimos a la sanación colectiva, avanzando juntos hacia un mundo donde la luz del perdón ilumina cada esquina oscurecida por el miedo y el odio. Es un recordatorio poderoso de que, en cada instante, tenemos la libertad de elegir la salvación y abrazar nuestra herencia divina de milagros.